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Reflexiones de educadorxs en tiempos de confinamiento

Las personas que escribimos esta carta somos todas educadorxs: profesorxs, maestrxs…Trabajamos en distintas etapas y niveles, en distintos cargos, y en distintos pueblos y ciudades de toda la península.

Bilbao, mayo de 2020

Las personas que escribimos esta carta somos todas educadorxs: profesorxs, maestrxs…Trabajamos en distintas etapas y niveles, en distintos cargos, y en distintos pueblos y ciudades de toda la península. Nos une nuestro interés en la educación -nuestra vocación- y nuestro compromiso con el trabajo personal. Este compromiso nos hace mirar hacia adentro buscando respuestas y enseñanzas que nos permiten mirar de verdad hacia afuera y ver a, compartir con, aprender de y acompañar a personas. Y eso son nuestrxs alumnxs, tengan la edad que tengan, y sus familias.

Es nuestro deseo, y nuestro deber me atrevería a decir, crecer y madurar de tal manera que podamos acompañar a esas otras personas en ese camino de crecer. Aspiramos a ayudarles a desarrollarse como personas conscientes, libres y responsables de su vida y su libertad. Personas que sabrán, porque lo habrán vivido en carne propia, cómo acompañar y ayudar a otrxs. Eso también es “cuidar”, ese valor social fundamental que tan claramente hemos visto y reivindicado estos tiempos en lo que tiene que ver con las necesidades básicas y la salud física.

La parada repentina de nuestra vida habitual supuso, además del shock, el miedo, y la incertidumbre que la acompañaron, una especie de cristal de aumento que puso en evidencia el sinsentido, a veces, o el escaso valor, en otras, de muchas de nuestras tareas, formas de hacer, costumbres, normas…

Porque el confinamiento nos trajo también el Tiempo, al cortar de cuajo el continuo de actividades en que consiste nuestra vida, para poder ver con otra perspectiva cómo trabajamos y nos relacionamos con nostrxs mismxs, nuestrxs alumnxs y sus familias, y nuestrxs compañerxs.

Cuando hemos compartido cómo ha sido y está siendo nuestra vivencia de esta situación, el abanico de experiencias y vivencias es muy amplio. Pero todas ellas tienen en común la toma de conciencia de la importancia de reconocer nuestras necesidades y atenderlas: ser escuchadxs, entender, tranquilizarnos, expresarnos... Y a darnos cuenta también de que lo mismo necesitaban nuestrxs alumnxs: ser escuchadxs, entender, tranquilizarse, expresarse… y contar con nuestro apoyo en momentos de dificultad.

Esa lupa y ese tiempo nos han permitido ver también que la cercanía física es importante ¡cómo no! y facilita la relación, pero no es suficiente. Compartir el día a día en una misma clase no asegura nada. Sólo si los vemos como personas completas en un proceso de vida a largo plazo, les ofreceremos una relación verdadera que les sirva y les ayude.

También nos ha permitido ver más claro que las condiciones materiales, de vida y de convivencia son fundamentales; a veces incluso determinan, pero como mínimo siempre influyen en el bienestar y la capacidad de centrarse, interesarse y aprender. 

Por eso no podemos pretender “enseñar” olvidando que quien pretendemos que “aprenda” es una persona completa y no solo una cabeza capaz de asimilar y procesar información. Todo lo anterior no nos convierte “per se” en lxs mejores -quizá ni siquiera en excelentes- profesorxs y personas, pero sí en modelo y guía de la importancia de recorrer ese camino de madurez y conciencia y de cómo recorrerlo.

Deseando que la pandemia y el confinamiento se terminen y podamos vernos y abrazarnos, pero deseando también que lo aprendido y vivido estos meses extraños no se disuelva en la rutina de la actividad.

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